¿Quién logró la primera medalla olímpica española?

Imagen de polo en los Juegos Olímpicos de París 1900

La respuesta a la pregunta “¿Quién logró la primera medalla olímpica española?” debería ser rápida. Visitando la base de datos del Comité Olímpico Internacional o buscando en la hemeroteca de cualquiera de los diarios españoles con solera y años a la espalda, debería aparecer un nombre, una gesta, una heroicidad en un tiempo de deportistas solitarios sin recursos públicos. Pero no es así. Aparecen dos. De hecho, tres. Según la fuente, son dos o es el otro.

El COI lo tiene claro. La primera metalla española es el oro que logró la pareja de cesta-punta formada por José de Amézola y Francisco Villota en los Juegos Olímpicos de París 1900. De Amézola era hijo del fundador del primer presidente de la Hullera Vasco-Leonesa y heredó su patrimonio mientras Villota era miembro de la alta sociedad madrileña y de familia cántabra. Ambos eran, además de pelotaris, aficionados a otros muchos deportes.

Pero los diarios y algunas federaciones implicadas nombran otro logro: la plata que logró Pedro José Pidal y Bernaldo de Quirós en los mismos Juegos Olímpicos de París en la modalidad de tiró con escopeta al pichón quedando detrás del australiano Mac Kintosh. Pidal, nacido en el seno de una familia burguesa gijonesa, fue marqués de Villaviciosa y, entre otras cosas, fue senador y el primer escalador, junto a Gregorio Pérez, en subir el Picu Urriellu (Naranjo de Bulnes).

Entonces, pues, tras la pregunta del primer medallista español se revela tras otra cuestión: ¿Qué fueron en realidad los Juegos Olímpicos de París 1900? Realmente fueron un cúmulo de competiciones polideportivas celebradas en el seno de la Exposición Universal que erigió la Torre Eiffel  que no fueron agrupadas a través de una ceremonia de inauguración o de clausura y que empezaron el 14 de mayo para acabar el 28 de octubre. Fueron auspiciadas y protegidas por el Baron de Coubertin.

El COI decidió poner orden en 2004 en el batiburrillo existente sobre aquel final de siglo XIX. Con varios historiadores trabajando sobre qué competiciones se podrían considerar olímpicas y cuáles no, el ente internacional aceptó las tesis que el historiador Bill Mallon publicó seis años antes en su libro ‘The 1900 Olympic Games: Results for All Competitors in Al Events, With Commentary’. Mallon consideraba inválida la medalla de Pidal ya que éste recibió un premio económico por ella cosa que convertía el torneo en el que participó en ‘no amateur’. Por ello, el COI le despojó del honor y se lo otorgó a De Amézola y Villota.

Lo más curioso del caso es que De Amézola y Villota, pese a ser inscritos como ganadores, nunca vencieron en partido alguno. En el torneo de cesta-punta celebrado en París en 1900, se inscribieron dos parejas. Junto a ellos dos, se apuntó una pareja vasco-francesa de apellidos Durquetty y Etchegaray que se acabó retirando por algún tipo de discrepancia con la organización dejando el oro libre para De Amézola-Villota.


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