La fiebre británica por llevar las manos que ha hecho instalar sistemas específicos para mantenerlas limpias no sólo en lavabos o hospitales sino también oficinas, restaurantes o pubs, llega, cómo no podía ser de otra manera, a los Juegos Olímpicos. El director médico del equipo británico, Ian McCurdie, aconsejó esta semana a todos los deportistas del país que eviten al máximo dar la mano a sus rivales en la Villa Olímpica, a dirigentes o a aficionados.
“No es tan difícil llevar a cabo la medida, simplemente, se debe evitar que haya una recepción a deportistas y que estos tengan que darla la mano a decenas de personas que nunca han visto”, anotó McCurdie, no sin añadir: “Básicamente estamos hablando de minimizar el riesgo de la enfermedad, de reducir la exposición y, sobre todo, dar más importancia a la higiene de manos que son un foco de infecciones”.
El propio McCurdie, de hecho, abogó por el uso regular de pequeños aerosoles de mano entre los deportistas para evitar que cualquier enfermedad se pudiera propagar alrededor de todo el equipo. Expertos en etiqueta y protocolo de todo el país ya han levantado la voz para denunciar que ese temor puede dar a lugar a numerosos malentendidos y presentar a los deportistas ingleses como unos maleducados o gente poco sociable.