El generar polémica absolutamente de la nada. Ese es el gran entretenimiento de los tabloides británicos y, claro, a menos de 100 días de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres, el deporte se ha hecho hueco en sus páginas entre escándalos de famosos y famosetes. Estos días, los diarios ‘amarillos’ critican con fuerza los ‘plastic brits’, es decir, los británicos de plástico, artificiales, o lo que es lo mismo, los deportistas nacionalizados.
La polémica se creó poco después de los Mundiales de atletismo en pista cubierta de Estambul celebrados hace un mes. De las ocho medallas conseguidas por Reino Unido en Turquía, cinco las lograron dichos nacionalizados: Tiffany Porter (60 metros vallas, plata), Shara Proctor (salto de longitud, bronce), Michael Bingham (relevo 4×400 metros, plata), Shana Cox (relevo de 4×400 metros, oro) y Yamilé Aldama (triple salto, oro).
Pero en los últimos días, varios ‘errores’ a través de las redes sociales de una de esas ‘atletas, Tiffany Porter, han avivado la polémica. La atleta, de madre inglesa pero nacida en Michigan (Estados Unidos), se negó a recitar las primeras frases el ‘God sabe the Queen’ y, entre otras cosas, lamentó no estar en su país natal en más de una ocasión. Optó por Gran Bretaña dos antes de los JJOO, según los tabloides, por la mayor competencia en EEUU.
Las selecciones de otros deportes de menor tradición en el país, como el balonmano o el baloncesto, han optado por nacionalizar a jugadores para configurar un equipo competitivo de cara a la histórica cita. Significativo es el que caso de Luol Deng que llegó a Londres de niño huyendo de la guerra en su Sudán natal, se trasladó a Estados Unidos a los 14 años y, siete años después, fue nacionalizado británico.