Los Juegos Olímpicos son algo más que una sucesión de competiciones deportivas. Siendo el acontecimiento más mediático del planeta, esta cita es una cuestión de orden mayor para la ciudad de Londres, y también para los atletas.
Los Juegos, también son negocio. En plena crisis económica, los organizadores londinenses lo saben mejor que nadie. El Comité de Organización y el Gobierno Británico, principal financiador de los fondos, están satisfechos con las cuentas, puesto que se han vendido 8,8 millones de entradas, aunque en contrapartida deben pagar a un alto precio el derecho de celebración de unos juegos en su ciudad.
Las promesas iniciales de un presupuesto razonable se esfumaron enseguida: lo que en un principio iban a ser 3400 millones de euros en 2005, al final se multiplicaron por tres. A esto hay que añadir, directamente o no, las inversiones relacionadas con la red de transportes, las infraestructuras, la seguridad, e incluso el coste de los Juegos Paralímpicos del 29 de agosto al 9 de septiembre.
Con un pragmatismo muy anglosajón, el Comité de Organización y el Gobierno han comprendido la prioridad de imaginarse el futuro. De esta forma, la villa olímpica ha sido revendida por anticipación a los fondos de inversión de Qatar por una cantidad de 650 millones de euros.
Los Juegos Olímpicos son también un momento para hacer negocios con los atletas, los sponsors, y las cadenas de televisión. Más allá de las medallas, y de las emociones deportivas, ofrecen una ocasión única para sacar beneficios, siempre que estos no pasen por encima de la filosofía de unos Juegos deportivos.
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Foto – UPI