Con permiso de Michael Phelps, la gran estrella de los Juegos Olímpicos de Río 2016 es Usain Bolt. El jamaicano mueve masas y su sola presencia en pista garantiza el lleno en el Estadio Olímpico (cosa que no se ha visto en las otras instalaciones a lo largo de la competición), además de que el mundo se paraliza cuando corre.
Y como corre. A las 3:15 horas de la madrugada española, Bolt tomaba la salida de la final de los 100 metros y menos de diez segundos después ya era campeón olímpico. Por tercer año ciclo olímpico consecutivo (Pekín 2008, Londres 2012 y ahora Río 2016), Bolt gana la medalla de oro en la prueba reina de la velocidad y hace historia una vez más, pues nadie había conseguido antes esto de ser el mejor en los cien metros durante tres Juegos Olímpicos seguidos.
Y eso que su carrera no fue del todo buena. A pesar de que ha ganado músculo para intentar tener más potencia de salida desde los tacos, Bolt sigue siendo de los últimos en dispararse tras el pistoletazo. No así Justin Gatlin, el estadounidense que se presentaba una vez más como su gran rival y que se les prometía muy felices tras la salida, pues fue el mejor y tomó clara ventaja en los primeros metros.
Ventaja que se esfumó rápidamente ante la imponente zancada de Bolt, en una carrera muy de su estilo, controlando a sus rivales a izquierda y derecha como si corriera desde otra altura y en otra dimensión diferente al resto. No fue su mejor marca en una final, 9’81 segundos, pero suficiente como para seguir siendo el rey de la velocidad.
Tras batir a Gatlin, plata, y al canadiense De Grasse, el siguiente objetivo de Usain Bolt serán los doscientos metros. De nuevo, el mundo se pondrá a sus pies y veremos si es capaz de repetir éxito.