Cuarenta y ocho puntos de ventaja. Victoria histórica de España. Síntomas evidentes de que algo bueno late en este equipo, carne para titulares optimistas. Los números dan la razón a la selección, pero ¿por qué nos queda un regusto algo triste de esta solvente victoria? Porque los primeros 14 minutos del partido, un trecho largo para cualquiera, España perdió sus señas de identidad. Se acabó la solidaridad, ésa que hace que todos echen una mano al de al lado para que las cosas funcionen. No apareció el orgullo, la garra ni la competitividad. Luego sí, y España ganó tan sobrada como indica el marcador. Pero el pálpito que da el equipo no es de 48 puntos de ventaja.
España 98 – Angola 50