La historia de Jesse Owens es por todos conocida. El atleta estadounidense de origen afroamericano logró cuatro oros en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, unos Juegos que la maquinaria propagandística ‘nazi’ intentó utilizar para ‘vender’ la supremacía de la raza área. La historia de Fanny Blankers-Koen, nacida en Baarn (Holanda) en 1918, se conoce menos.
La atleta holandesa logró los mismos oros que Owens en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 (cuatro: 100 metros, 200 m., 4×100 m. y 80 m. vallas) pero ella no debió luchar contra los prejuicios por el color de su piel: debió luchar ante críticas sobre su capacidad por su género, su edad y su maternidad. Hay que recordar que por imposición de Pierre de Coubertin, las mujeres no compitieron en los JJOO hasta Amsterdam 1928.
Blankers-Koen inició su carrera atlética a los 16 años y ya participó dos años después en los Juegos de Berlín 1936. Obtuvo dos quintos puestos, en altura y 4×100. En 1938 logró el bronce en los 100 metros de los Europeos de atletismo de Viena pero la II Guerra Mundial truncó su carrera deportiva. En 1946, siete meses después de dar a luz a su segundo hijo, ganó el oro europeo en los 80 metros vallas. Ahí, justo a su marido y entrenador Jan Blankers, decidió que viajaría a Londres.
«Recibí cartas de mucha gente que decía que debía quedarme en casa con mis hijos y no ir a correr en pantalones cortos», apuntó Blankers-Koen a The New York Times en 1982, antes de añadir: «Un periodista [era Jack Crump, BBC y Daily Telegraph] escribió que era demasiado vieja para correr y que era mejor que me quedar cuidando de mis hijos». Lógicamente se equivocaba.
Con el apodo ‘La ama de casa voladora’ a las espaldas murió en Hoofddorp (Holanda) en 2004. La Federación Internacional de Atletismo la define en su página en Internet como «la mejor atleta femenina de todos los tiempos». Recordadas son sus declaraciones al recibir una bicicleta como premio por sus éxitos en Londres. «Todo esto, por correr unos pocos metros», dijo la neerlandesa.